
Sólo por eso decidí consultar con una bruja (blanca por supuesto). Me llevó una amiguita, de esas que siempre saben. La mujer tenía su consultorio en un cuarto piso, de un enorme edificio de departamentos, pero siempre se podía llegar por el olor a palo santo que se sentía desde lejos. Allí, entre velas y estampitas, me leyó las cartas. "Te tiene buena voluntad pero hay otra mujer" me dijo, mientras extendía unas cards con figuras escalofriantes, llamadas "tarot". Su respuesta no se la creí, porque el chico -me consta- se calentaba un montón a mi lado. Así que pregunté y volví a preguntar. Entonces ella me dijo: "si quieres le hacemos un amarre, ¡nunca se va a alejar de ti!" Me pidió que le lleve sus colillas de cigarros, un mechón de su cabello, hilachas de camisa, entre otras locuras. Ya iba a aceptar pero me dió algo, no sé, pena o vergüenza. ¿Cómo iba a hacerle eso? ¿Amarrarlo? Cuando salimos, le dije a mi amiga: ni hablar. Si se queda conmigo será porque quiere. "Ah, me hubieras dicho antes" me dijo la amiga, que me hizo recordar que ella venía de las profundidades de la amazonía donde creció hasta los 18 años. Y ahí me soltó El Secreto. ¡Qué Puzanga, ni qué nada, eso es para viejas! Lo único que tienes que hacer es darle Chamico. No, brebajes no, le dije. Qué brebajes ni qué nada, Chamico es tu juguito pues, mujer.
Así fue como me enteré cuál es El Secreto del imán que tienen algunas mujeres de la selva, la razón por la cual enloquecen de amor a los hombres que se les acercan. Y comparto El Secreto contigo, amiga que lees mis experiencias. Chamico, entre mujeres, no es esa plantita que causa mareos, noooo. Eso dicen los hombres para justificarse. Chamico es el juguito que te baja cuando te toca tu Luna y si el hombre te prueba en esos días ya no te va a querer soltar. Punto, así de sencillo.
¿Quieres conocer los resultados? Pues, sssí, funciona. El chico probó, enloqueció, ya no me quiso dejar nunca. Ahora estoy buscando quien me lo quite de encima, ¡me tiene harta!
