Dulce María Paredes Sanchez llegó a la fiesta del brazo de mi hermano, Médico Cirujano devenido en Estético gracias al boom y los ingentes dineros que le pagan (algo que ninguna otra especialidad médica le va a dar). Mi hermano es casado, aparte de una relación extra con una doctora de su Clínica, pero esta era una tercera que no le habíamos visto antes. Él sabía lo que hacía. Los hombres de mi fiesta pegaron, sin disimulo, sus ojos en las recién estrenadas tetas de su pareja. Yo la odié en el instante. Tuve que comerme mis envidias porque Dulce María era realmente dulce. Mi hijita la adoró muy pronto y a mí me conquistó su sencillez. Sabía todo acerca de maquillajes, de recursos de belleza en general, pero además fue generosa al enseñarme cómo debía depilarme las cejas y luego pintarlas en la linea que más le conviene al óvalo de mi rostro. En días posteriores, los hombres daban vueltas como moscas, alrededor de su curvilíneo metro ochenta, pero ella sólo quiso que mi hermano médico la paseara por el país. Amadrinó la confirmación de mi niña, le hizo un regalo regio y luego se regresó a su México natal. Dejó de escribirnos y no respondió mensajes a pesar que insistimos. No supe más de ella hasta hoy, que me llamaron de Jalisco, donde vive. Dijeron que Dulce María falleció anteayer por complicaciones de la última cirugía, que se hizo para levantar unos glúteos que le colocó mi hermano acá en Lima. Hay chicas que mueren porque les da un cáncer, otras porque las mata el maltrato o el abandono, ésta en cambio, es una Mártir de las Mujeres, muerta casi por mano propia, en honor y gloria de los cuerpazos competentes que los vuelven locos a Ellos.
Dulce María... ¡Presente!
Historias como esta deberían compartirse más a menudo. Ahora la elección se ha puesto más difícil.
ResponderEliminarq culoteeeeeeeeeeeeeeee
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