Sucedió hace varios años. Allí en ese consultorio mi pareja y yo esperábamos ilusionados el resultado del análisis. Apenas abrimos el sobre, saltamos de alegría, nos abrazamos y besamos. Estaba embarazada. Tendríamos un hijo, esa decisión confirmada hacía las veces de soplo divino sobre ese puntito titilando en mi útero y yo feliz le abría mi cuerpo y mi vida.
Pero ese no fue mi primer embarazo. Aquella vez rogaba que no fuera verdad lo que me temía. La enfermera del laboratorio, compasivamente se ahorró las felicitaciones y en silencio me entregó el resultado. Ningún pensamiento o sentimiento materno me sobrevino con la revelación. Estaba embarazada y aterrada, la tierra se me abría a mis pies. Lo único que quería era que todo volviera a la “normalidad” y haría cualquier cosa para lograrlo. En ningún momento dudé y nunca me he arrepentido de esa decisión.
Recuerdo que unos años antes, había llorado mucho al enterarme que mi madre había terminado con un embarazo forzado por mi padre durante su proceso de separación. Pese a ser muy cercana a ella, le tuve mucha cólera. Yo era una chiquilla que hacía poco le insistía para que me cosiera un vestido tipo maternidad, pues fantaseaba una y otra vez con la idea de verme embarazada, ella no me decía nada, sólo me sonreía y contemplaba con una extraña mirada.
Pero ese no fue mi primer embarazo. Aquella vez rogaba que no fuera verdad lo que me temía. La enfermera del laboratorio, compasivamente se ahorró las felicitaciones y en silencio me entregó el resultado. Ningún pensamiento o sentimiento materno me sobrevino con la revelación. Estaba embarazada y aterrada, la tierra se me abría a mis pies. Lo único que quería era que todo volviera a la “normalidad” y haría cualquier cosa para lograrlo. En ningún momento dudé y nunca me he arrepentido de esa decisión.
Recuerdo que unos años antes, había llorado mucho al enterarme que mi madre había terminado con un embarazo forzado por mi padre durante su proceso de separación. Pese a ser muy cercana a ella, le tuve mucha cólera. Yo era una chiquilla que hacía poco le insistía para que me cosiera un vestido tipo maternidad, pues fantaseaba una y otra vez con la idea de verme embarazada, ella no me decía nada, sólo me sonreía y contemplaba con una extraña mirada.
Cada mujer es un mundo. Las mujeres debemos aprender a comprendernos unas a otras. Empecemos por no juzgar y no permitamos que nos jusguen como si nuestra vida no fuera nuestra.
ResponderEliminarLa mujer es mujer en primer lugar, luego es madre. Sino que lo digan los médicos: primero es la vida(de la madre, luego el órgano,luego la función y por ahí nos van mutilando (histerectomía, masectomía) sin arrepentimiento ni concesiones; y luego (de morir parcialmente) les quedamos agradecidas por extendernos la vida.
Comprendernos nosotras mismas, es ya toda una hazaña. Que los hombres pretendan hacerlo, y que quieran definirnos, en temas como la maternidad, el placer, nuestro cuerpo, es cuanto menos temerario y eso vale para poetas y ministros. Como bien dices, cada mujer es un mundo, y en nosotras habitan historias y momentos particulares.
ResponderEliminarNo pretendo hablar en contra del aborto pero si me gustaria decir que una criatura es obra de dos
ResponderEliminarAborto o no aborto, muchas personas, la mayoría, viene a este mundo para vivir como abortados en un mundo donde nadie oye al miserable, nadie quiere ver al mendigo y menos dar una palabra al necesitado.
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