Miro caminando por la calle a dos cachorras jóvenes, creciendo. Casi puedo sentir sus feromonas, viendo sus cuerpos moverse en la búsqueda, preparándose para un encuentro real o imaginario. Las miro y recuerdo… me recuerdo… Donde estarán esas horas, esas urgencias, esa ansiedad, ahora que las pieles han cambiado, ahora que han pasado tantos años. No me ha llegado la tranquilidad del no deseo, más bien extraño el deseo y tener un objeto de deseo.
Foto tomada de http://barradelabios.spaces.live.com/
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Bajo el pelaje, cada vez más cano siempre se esconde una cachorra, tal vez está algo adormilada pero puede despertar en cualquier momento. No lo olvides...!
ResponderEliminarEs cierto, amiga anónima, porque mujer eres, finalmente nunca nos olvidamos de cuando fuimos cachorras y estamos dispuestas al goce de nuevo, como cuando sabes manejar y nunca se te olvida. Ahora hay menos urgencias y temores de embarazos, como alguien decía, hemos pasado de ser una fábrica de niños a ser un parque de diversiones, solo que a veces se nos olvida donde está la llave de la energía!
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