jueves, 22 de octubre de 2009

Hace 20 años...

Un día como hoy hace 20 años mi madre dejó de existir en este mundo material. Hoy la recuerdo convencida que nos acompaña en una existencia paralela, sana, serena, tal vez feliz (no estoy segura si la felicidad sea el mismo concepto que conocemos nosotros).
Mi madre y yo discutíamos mucho por mis ideas feministas y por sus ideas feministas-tradicionales. No sé qué es lo que más la atemorizaba... pero te doy una pista. Yo aproveché que mis papás viajaban a Europa para una segunda luna de miel y les encargué conseguirme "El segundo sexo" de Simone de Beauvoir, mi mardre muy sabia no dijo que no, lllegando a Madrid me lo compró (los dos tomos; que costaran como US$60 de la época) y se los leyó durante su segunda luna de miel). Cuando llegó a Lima tuvo los libros secuestrados una par de semanas más mientras terminaba su lectura y luego me los entregó. Cuando me los dio yo ya había perdido el interés...
No obstante, un día me encontré en Lima con el libro de cuentos de Beauvoir "La mujer rota", lo compré sin dudarlo, lo leí -esta vez yo primero- y se lo entregué. Mi madre disfrutó la lectura y compartimos esa complicidad de ser mujeres en un mundo de machos.
Ese es tal vez el recuerdo más sabroso que me colma el corazón, 20 años después.

7 comentarios:

  1. Hola Zorra de Abajo, buen día.

    Gracias por la visita que realizó al blog energicentro y por el comentario que escribió.

    Su post, tiene título de novela. Usted escribe muy bien, ya me gustaría tener esa habilidad.

    Efectivamente...las mamás, siempre viven ... van con nosotros...y no es obsesión ni frase de metáfora.

    Mi mamá a las justas completó su educación primaria y gustaba de la lectura. A pesar de la estrechez, siempre me compró algo para leer... para que yo sea mejor, decía ella.

    Fue perdiendo la visión, así que procuraba ubicarle textos con letras grandes. Después perdió la fuerza en los brazos, entonces, le procuraba cuentos en cartón de poquitas páginas.

    Recuerdo que en una oportunidad, había dejado yo un libro sobre el sillón, era: Los Cuadernos de Don Rigoberto...mi mamá lo cogió e iniciaba su lectura...nunca hablamos de ese libro.

    Perdón por lo largo de mi comentario. Veinte años pasan tan rápido, y redactar unas cuantas lineas, más todavía. La verdad, no se si el tiempo pasa o se pierde.

    Saludos. Carlos el baterillero

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  2. ¿Por qué a veces nos peleamos tanto con la mamá? Mi relación con mi mami nunca fue tan buena como la de mi hermano hombre

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  3. Carlos el baterillero, gracias por compartir los recuerdos de tu madre. Y, sí, tienes razón 20 años se pasan muy rápido,nunca será suficientemente para acostumbrarnos a vivir sin Mamá, por grandes que estemos.

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  4. Jazmina, tienes tanta razón, la relación madre-hija es totalmente diferente a la de madre-hijo ¿por qué? no lo sé. Les dejo la explicación a los psicólogos y psicólogas.

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  5. 20 años pueden correr, caminar o simplemente ir como quien quiere quedarse... es tiempo más que sufiente para que una hija se independice de sus padres, pero excesivamente corto para que un corazón se independice del recuerdo y logre enfriar la presencia calidìsima de una madre.

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  6. Me has emocionado. Soy madre de una hija. A partir de esta experiencia, mi relación con mi propia madre, se complejiza, aún más. Constantemente me veo en uno y otro rol (madre/ hija), desde uno pregunto al otro, a veces dialogo con ambos, y me invaden las revelaciones, la alegría pero también la tristeza. Sé que fundamentalmente, y a su manera, mi madre también me regaló ese guiño del goce femenino, que es otra forma de rebeldía, ese mismo que me conecta con mi hija, a través de las cosas más simples. Sé que a veces ella también me mira intrigada, no entiende bien de qué se trata, pero sé que eso madura en el tiempo y en el recuerdo, tengo la esperanza que sea tan lindo como el tuyo.

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  7. Siempre tuve nostalgia de la linda relación que hubiéramos tenido mi madre y yo, sin embargo, y a pesar de nuestras complicidades, no podíamos hablar de nuestras cosas más íntimas porque siempre suponía que estaba como inspeccionándome y obvio eso no me gustó nunca... lo terrible fue darme cuenta que cuando mi madre se me apagaba como una velita, sabía exactamente lo que yo nunca le había comentado, mis grandes o pequeños secretos... hoy que la he perdido y siento que también me perdí a mi en ese rico tiempo... Disculpen aún duele su ausencia física.

    Rocío

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