Ellos pueden pelear entre sí, competir, odiarse en cualquier terreno, pero tratándose de fútbol, una especie de identidad los hermana. Se hablan entre extraños, se pasan la voz, como si fueran amigos desde siempre. Una corriente cálida los atraviesa, los vincula... y nos deja afuera a nosotras, las mujeres, que pasamos a ser algo así como un garabato en la pared.
Sucedió el miércoles último. Esta zorra iba tranquila en el Micro, escuchando su mp3, cuando el chofer prendió la radio del vehículo para sintonizar el bendito partido de la selección peruana vs. Venezuela. ¿Qué -dirás- no era que la seleccion ya perdió la clasificació

Profundas reflexiones en mi brillante cabecita. Una voz interior me susurraba "Eso es amor" Imaginé al mismo chofer frente a su mujer que regresa de madrugada y oliendo a otro hombre, lo visualicé lleno de fe, diciéndole "miénteme, mujer, y miénteme bien".
Todo terminaría ahí. Pero esta zorra tiene su pareja, hombre para más datos. Y cuando llegó a su casa, lo encontró... ¿adivinas dónde? Sí pues, sentado frente al televisor, expectando el partido de futbol de esa selección que ya está desclasificada hace tiempo. Esta zorra de abajo tuvo un cierto respeto que la obligó a callarse un rato. Pero, al escuchar los resultados (los peruanos perdieron, claro) una vocecilla se me subió por la garganta para preguntar "¿Ya nos clasificamos, darling?" El hombre -sereno hasta aquel momento- perdió la compostura, se encendió en todos los tonos del rojo y farfulló algunas palabras: "tú quieres burlarte, pero no vas a poder, porque no entiendes nada". Un silencio profundo se instaló en mí, hasta que la sabia voz interior se dejó escuchar: "Eso, eso es amor" Punto. (los celos están demás)

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